En contados minutos

domingo, 19 de septiembre de 2010

TENERIFE, OTRA FORMA DE VER LA VIDA

En Colombia, los habitantes están divididos por estratos y nivel económico, así mismo son clasificados dentro de la percepción de los demás.
La investigación presente, sugiere cambiar la perspectiva existente de Usme como una localidad fría y violenta, ubicada al sur de la ciudad. A través de diferentes manifestaciones erróneas de su población, se ha estigmatizado el comportamiento en general de sus ciudadanos, tildándolos de ser personas ignorantes, incultas y hasta de pertenecer a grupos al margen de la ley.
Dentro de esta localidad se ha fomentado un ambiente positivo que se resiste a los argumentos planteados en contra de ellos. Un ejemplo de esta resistencia se da en el barrio Tenerife, ubicado en la vía Sumapaz en Bogotá.
Allí se encuentra la Junta de Acción Comunal, liderada por la tesorera Mariela Díaz de Sarmiento, quien tiene a su cargo proyectos como lo son los de Agricultura urbana, comedor comunitario, panadería comunal y promoción de actividades para personas de la tercera edad.
La agricultura urbana se basa en generar cultivos orgánicos dentro de la ciudad, aprovechando todos los espacios que se puedan adecuar para esta actividad, como lo son los patios y jardines de las casas, o huertas en terrenos abandonados. A esto se suma la elaboración del compostaje, un abono natural producido con residuos orgánicos como la cascara de la papa, de arveja, naranja, mandarina y plátano, mezclados con los cunchos de la cerveza y la ceniza producida por los asaderos las cuales “controlan la acidez del compostaje” dice Héctor Daza, un habitante del barrio Tenerife, quien se apropio de este proyecto desde hace seis meses, patrocinado por la Fundación FUNANDES (Fundación Nacional para Ancianos y Niños Desamparados), y el Jardín Botánico.


Desde entonces, él y su hijo Iván Daza, han sido capacitados para implantar y promover modelos de agricultura, en la comunidad. “Este proyecto ayuda a incentivar otros programas que vengan a futuro” afirma Daza.
Ellos tienen como medio de transporte una bicicleta en la cual transita el barrio recorriendo sitios en donde puedan encontrar estos desperdicios.
Según Héctor, su recorrido habitual se enfoca en los vecinos que tienen ganado, en los restaurantes, supermercados y plazas, de los cuales encuentra herramientas para elaborar el correcto abono del cultivo de lechuga crespa, repollo y demás legumbres, obteniendo cosas productivas a bajo costo para la comunidad.
Otro proyecto implementado por la comunidad es la iniciativa de Mariela Díaz, de estructurar una panadería comunal, con el propósito de recolectar recursos monetarios para los refrigerios y demás actividades lúdicas del adulto mayor.
Para llegar al objetivo de la Panadería comuna l esta mujer explica que. el recaudo debe ser superior o mínimo de 80.000 pesos diarios para alcanzar a cubrir el costo de refrigerio, sin contar el valor que debe cancelar al administrador de la panadería para que vigile su correcto funcionamiento.
La panadería lleva tres años en funcionamiento y se encuentra ubicada en el primer piso del salón comunal del barrio Tenerife, con una administración a cargo del señor Carlos Sánchez, quien ha asumido la responsabilidad, después de los dos periodos anteriores.
Carlos Sánchez señala que las funciones de la panadería son compartidas con dos adultos mayores, quienes se turnan para cumplir con determinadas responsabilidades, uno en las horas de la mañana y otro en las horas de la tarde. Aunque existen días en los que no se presenta ninguno por que se enferman o les da pereza.
Los fondos recaudados por la panadería son destinados a la realización de actividades para el disfrute de los abuelos, tales como salidas ecológicas y recreativas que generen estímulos de vida para estas personas. El señor Jaime Mondragón nos contó que estas actividades hacen que se sientan merecedores de tener la misma importancia que tienen los más jóvenes a ellos, ya que se sienten menospreciados y desplazados por sus familias.
Seguido a esto, algunos de los ancianos se sienten agradecidos con la señora Mariela, puesto que existe en el salón comunal un restaurante comunitario, con el objetivo de repartir es de ayudar a la alimentación sana para los niños que no tengan o puedan tener este sustento diario. La cobertura que se tiene para esta comunidad es de 220 almuerzos y puesto que existen días en los cuales todos no van, los ancianos se hacen acreedores a este almuerzo para no dejar que los alimentos se desperdicien.
Este almuerzo tiene un costo de $600 por persona y es patrocinado por la Fundación Kolping, quien es la que tiene el consorcio con la Alcaldía Mayor de Bogotá, teniendo como función la sostenibilidad del comedor por medio del mantenimiento diario del mercado para realizar los almuerzos. Dicen las cocineras del comedor que cuando no llegan a cumplir la cobertura de 220 personas, es posible que comiencen a quitar este sistema de ayuda. Por obligación se tiene que cumplir esto.
A esto Luz Nelly una habitante del barrio Bellavista aledaño al de Tenerife, agregó su comentario diciendo que de no cumplir la cuota de almuerzos en esta zona era difícil, puesto que la gente es muy pobre y además la mayoría de personas trabajan y dejan a sus hijos solos en sus casas, esto es realmente una ayuda muy importante.
Es indiscutible que las fundaciones son de gran ayuda para estas zonas marginales y que estén en contacto con ellas, pero no se puede dejar atrás el trabajo y el desempeño, a veces sin esperar nada a cambio, de personas como la señora Mariela, los señores Héctor Daza y Carlos Sánchez, quienes por su decisión de hacer algo positivo en su comunidad, piden a gritos ayudas de diferentes lados. Porque como dicen ellos mismos “El que no llora no mama”.

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